El sutil arte de identificar una Burbuja. Cristina Diezma

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Autora: Cristina Diezma

Cada año, los principales bancos y gestoras publican sus perspectivas de inversión, y ahora, al inicio de 2025, el mercado aún plantea una pregunta clave: ¿Estamos ante una burbuja en la bolsa estadounidense impulsada por el furor de la inteligencia artificial?

2024 fue un año notable. Las conocidas como «7 Magníficas» (Apple, Microsoft, Alphabet (matriz de Google), Amazon, Meta, Tesla y Nvidia) lideraron un rally que llevó al S&P 500 a máximos históricos. Estas empresas no solo concentraron más del 30% de la capitalización del índice, sino que dominaron las ganancias. Su éxito plantea dudas inevitables: ¿es sostenible este ritmo o estamos sobrevalorando su potencial?

A lo anterior se une que, a finales de 2024, las acciones estadounidenses representaban más del 70% del índice MSCI World, un nivel que no veíamos desde 1970, lo que significa fundamentalmente que las empresas estadounidenses valen más que sus en otros países. ¿Esto refleja fortaleza genuina o una psicología de mercado que roza la euforia? Para responder, más que examinar cifras, debemos entender el comportamiento humano.

Las Burbujas: Una Cuestión de Psicología

Howard Marks, inversor y fundador de Oaktree Capital Management, define una burbuja como más que una simple sobrevaloración. Es un estado colectivo de adoración hacia ciertas compañías y activos, combinado con un miedo a quedarse fuera («FOMO» o “fear of missing out”). En este entorno, los precios dejan de ser racionales y se convierten en reflejo de expectativas desmesuradas.

Las burbujas suelen estar asociadas a innovaciones. Lo «nuevo» genera entusiasmo y la ausencia de un histórico de precedentes hace que no todos los inversores mantengan los pies en la tierra. Así, los inversores asignan valoraciones exorbitantes basadas más en territorios inexplorados que en realidades. Un ejemplo clásico es la burbuja de las tecnológicas en los años 90, cuando empresas “start up” sin ingresos ni beneficios atrajeron valoraciones desproporcionadas basadas en métricas como «clics» o «visitas».

Hoy, algo similar está ocurriendo con las tecnologías de inteligencia artificial. Empresas como Nvidia, cuyas valoraciones están a más de 40 veces sus ganancias esperadas, reflejan grandes expectativas. Aunque la IA tiene un potencial transformador, la historia nos advierte que la innovación, por sí sola, no garantiza retornos perpetuos.

Las burbujas también son alimentadas por la inercia del pensamiento colectivo. Es la versión financiera del cuento del famoso escritor danés Hans Christian Andersen “El traje nuevo del emperador” o el “El rey desnudo” cuya moraleja advierte que no tiene por qué ser verdad lo que todo el mundo piensa que es verdad. En el contexto inversor, nadie quiere ser el primero en cuestionar el entusiasmo y señalar que las expectativas están infladas. Pero cuando la confianza se tambalea, los precios caen rápidamente para alinearse con sus valoraciones reales. Precisamente en esta línea estamos viendo estos días cómo la irrupción de la empresa china DeepSeek está provocando caídas significativas en las compañías vinculadas al desarrollo de la inteligencia artificial como Nvidia, Microsoft, Broadcom, Arm, Micron o ASML. ¿La razón? DeepSeek ha generado dudas sobre el modelo de fuertes inversiones en inteligencia artificial de las grandes tecnológicas, lo que ha llevado a una corrección considerable en sus valores bursátiles.

¿Y Hoy? Las 7 Magníficas y la IA

Un error común en los mercados es creer que «las cosas solo pueden mejorar». Esto se vio claramente en 2024, cuando las valoraciones del S&P 500 subieron a múltiplos muy por encima de los promedios históricos. Muchos inversores, deslumbrados por el potencial de la IA, argumentaban que las grandes tecnológicas estaban redefiniendo las reglas del mercado.

Pero la historia nos advierte sobre los peligros de este optimismo desmesurado. Durante la crisis financiera de 2008, también se decía que «el mercado inmobiliario nunca caería», y en los 90, se pensaba que las tecnológicas dominarían para siempre. En cada caso, el exceso de confianza preparó el terreno para caídas abruptas.

La concentración en las 7 magníficas que vemos hoy en el S&P 500 incrementa el riesgo sistémico, ya que cualquier corrección en estas acciones podría afectar a todo el mercado. Además, la popularidad de los fondos indexados contribuye a inflar las valoraciones, ya que los fondos que atraen no discriminan entre las empresas que merecen recibir inversión y las que no.

Las actuales empresas líderes del S&P 500 son, sin duda, impresionantes. Disfrutan de ventajas tecnológicas, economías de escala y márgenes elevados. Nvidia, por ejemplo, es el principal diseñador de chips para inteligencia artificial, cotizando a un múltiplo PER (precio-beneficio) de más de 40 veces las ganancias futuras. Aunque esto es alto, queda lejos de las ratios irracionales de las “Nifty Fifty” en los años 60, que alcanzaron entre 60 y 90 veces.

Sin embargo, esta valoración asume que Nvidia será persistente y que sus pares seguirán creciendo durante décadas sin ser desplazadas por nuevos competidores, algo históricamente improbable en sectores de alta tecnología. Un ejemplo claro se remonta a 1969, cuando muchas de las estrellas del S&P 500, como Kodak, Polaroid y Xerox, eran alabadas por su supuesto potencial «infinito» de crecimiento.

La narrativa dominante del momento sostenía que estas empresas podían comprarse «a cualquier precio» porque «el futuro solo podía mejorar». La realidad, sin embargo, fue muy distinta. Cuando la confianza irracional se desmoronó y los múltiplos de valoración se ajustaron a los fundamentos, muchas de estas acciones colapsaron. Entre 1973 y 1974, el S&P 500 entró en un mercado bajista, cayendo más de un 40%. Fue una lección contundente: incluso las historias de crecimiento más convincentes pueden llevar a los inversores a ignorar las realidades básicas de los mercados.

Esto nos demuestra que las burbujas no siempre surgen de fraudes o manipulaciones, sino de una confianza irracional y compartida que lleva los precios a niveles insostenibles. Aunque los mercados puedan ser caóticos, las emociones humanas como la codicia y el miedo permanecen como constantes que guían el comportamiento inversor.

Las Señales de Advertencia

A medida que miramos hacia 2025, hay razones para la cautela:

  1. Valuaciones elevadas: El S&P 500 cotiza muy por encima de su promedio histórico de precio-beneficio.
  2. Optimismo excesivo: La narrativa de la IA como motor de crecimiento podría estar inflando expectativas.
  3. Concentración: Las «7 Magníficas» representan una porción desproporcionada del mercado, lo que aumenta el riesgo sistémico.
  4. Inercia automatizada: La popularidad de los fondos indexados podría estar impulsando las valoraciones de estas empresas sin considerar su valor intrínseco.

Además, activos como Bitcoin, que ha subido un 465% en dos años, reflejan la misma falta de precaución.

El Poder de la Reflexividad

La historia nos enseña que cuando los precios suben mucho más rápido que las ganancias corporativas, el ajuste es inevitable. Por ejemplo, entre 2023 y 2024, el S&P 500 tuvo dos años consecutivos de rendimientos superiores al 20% anuales. Este tipo de comportamiento ha ocurrido solo cuatro veces desde 1928, y en tres de esos casos, los años siguientes trajeron caídas significativas.

La relación entre valoraciones iniciales y rendimientos futuros es clara: cuanto más caras las acciones, menores los retornos esperados. Actualmente, las valoraciones del S&P 500 están entre las más altas de la historia, lo que sugiere que los próximos años podrían ser desafiantes. Ver gráfico de JP Morgan Asset Management:

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Conclusión: Perspectivas para 2025

Warren Buffett (o al menos, una cita atribuida a él) dice: «Cuando los inversores olvidan que las ganancias corporativas crecen alrededor de un 7% anual, tienden a meterse en problemas». En otras palabras, el mercado no es inmune a las matemáticas.

La historia muestra que cuando los precios suben más rápido que las ganancias basándose en expectativas irrealistas, el ajuste es inevitable. ¿Está el mercado en una burbuja? Puede ser. Pero incluso si no lo está, la prudencia dicta cuestionar las narrativas dominantes, especialmente cuando el entusiasmo colectivo parece haber olvidado que, en el mundo real, los árboles no crecen hasta el cielo.

El S&P 500 ha estado cotizando en uno de los niveles más altos de la historia, sugiriendo que los retornos futuros podrían ser limitados como hemos visto en el gráfico anterior. Esto no significa que una caída tenga que ser inminente, pero sí que los inversores deberían mantener la prudencia.

En un entorno como este, el consejo es claro: cuestionar las narrativas dominantes y la euforia del mercado, recordando que, al final, los fundamentales siempre prevalecen.

Como Warren Buffett dijo una vez: «Solo cuando la marea baja descubrimos quién estaba nadando desnudo».

Autora:

Cristina Diezma. M&A Senior Analyst en Repsol & Presidenta del Club Argent – Jóvenes Talentos del Instituto Español de Analistas

Cristina es graduada en Economía y Finanzas por la Universidad Autónoma de Madrid. Su pasión por las finanzas la llevó a iniciar su carrera profesional a los 19 años mientras lo compaginaba con sus estudios. Ha adquirido experiencia en diversos sectores, incluyendo consultoría, banca de inversión y startups tecnológicas.

Además, Cristina ha impulsado numerosos proyectos paralelos, destacando la fundación de Argent, una asociación sin ánimo de lucro apoyada por la gestora de fondos Azvalor AM, que busca crear oportunidades para jóvenes interesados en la gestión de activos. También lidera el Club Argent para Jóvenes Talentos del Instituto Español de Analistas y forma parte de la red de jóvenes del Foro Económico Mundial donde, desde el hub de Madrid, lidera proyectos que persiguen mejorar los niveles de educación financiera de la sociedad.

Actualmente, es analista senior de M&A en Repsol, donde contribuye a la consecución de los objetivos de transición energética y descarbonización de la compañía.