Autora: Mirian Izquierdo
En un momento histórico en el que la lucha por el talento se ha convertido en la principal batalla competitiva de las organizaciones, la igualdad de oportunidades ya no puede considerarse un mero compromiso ético o reputacional. La igualdad no puede considerarse un coste, sino una inversión inteligente en el éxito del futuro.
Para consolidar su papel como motor de crecimiento, las empresas líderes deben ser capaces de medir con precisión el retorno de la inversión en sus iniciativas en igualdad de oportunidades. De esta forma, la igualdad de oportunidades se ha transformado en un elemento clave de la estrategia empresarial, con implicaciones directas en la productividad, la innovación, la retención de talento y la sostenibilidad financiera.
Como ocurre con cualquier inversión crítica, lo que no se mide no se puede gestionar ni mejorar. Y, en un contexto donde los inversores exigen resultados verificables, los reguladores reclaman transparencia y los empleados demandan coherencia, la medición objetiva del impacto de estas políticas se convierte en una prioridad ineludible.
La medición del ROI de la igualdad de oportunidades comienza con la definición de objetivos claros y alineados con la estrategia empresarial. Estos objetivos deben ser específicos, medibles, alcanzables, relevantes y con un horizonte temporal definido (criterio SMART), lo que permite relacionarlos directamente con los resultados organizacionales. Algunos ejemplos típicos incluyen aumentar la representación de mujeres en puestos de liderazgo, reducir la brecha salarial entre grupos, mejorar la retención del talento subrepresentado o elevar la percepción de inclusión en la plantilla.
Empresas como Michelin, han conseguido a través de su inversión en robots, no solo alinear estratégicamente la organización, en torno a la igualdad de oportunidades, sino contrarrestar factores como la rotación y reducir casi a 0 sus accidentes laborales, convirtiéndose en una empresa modelo, en la que hombres y mujeres de sus zonas de ubicación, priorizan desempeñarse laboralmente.
A partir de estos objetivos, es necesario estructurar su análisis en torno a múltiples dimensiones, que abarcan desde la composición de la fuerza laboral y las políticas internas, hasta la cultura organizativa, los procesos de toma de decisiones y la percepción subjetiva de los empleados. Esta mirada integral es clave para identificar tanto los resultados tangibles como las barreras estructurales o culturales que pueden obstaculizar el avance hacia una igualdad real.
Entre los indicadores cuantitativos que se deben recoger destacan:
- La representación por género y otras variables de diversidad en los distintos niveles jerárquicos.
- Las tasas de contratación, promoción y rotación por grupo demográfico.
- Los datos de equidad salarial, desglosados por categoría profesional.
- La existencia y uso de políticas de conciliación, trabajo flexible o reingreso tras maternidad o paternidad.
En cuanto a los indicadores cualitativos, se analizan aspectos como:
- El grado de conocimiento y compromiso de la dirección con la igualdad de oportunidades.
- La existencia de sesgos inconscientes en los procesos de evaluación o promoción.
- La percepción de los empleados sobre el clima de inclusión.
- El funcionamiento de mecanismos internos de escucha activa, como encuestas o focus groups.
Todos estos datos se recopilan a través de preguntas diseñadas específicamente y, opcionalmente, por validaciones a través de encuestas a una muestra representativa de la plantilla, que sirve además de analizar fortalezas y áreas de mejora, y establecer una serie de recomendaciones concretas, analizar la tasa de retorno de la inversión en igualdad.
Frente a este reto, la Fundación Woman Forward, especializada en promover el liderazgo inclusivo y el buen gobierno corporativo, ha desarrollado Diversequity, una plataforma pionera diseñada para medir, evaluar y certificar el avance de las organizaciones en materia de igualdad de oportunidades. Su enfoque se basa en una metodología rigurosa, estandarizada y fundamentada en indicadores objetivos que permiten realizar diagnósticos comparables entre empresas, sectores y países. El sistema puede también ofrecer una certificación oficial que acredita el nivel de madurez de la organización en igualdad de oportunidades, lo que permite comunicar de forma clara y verificable su compromiso ante clientes, inversores, empleados y otros grupos de interés. La certificación puede integrarse en los informes de sostenibilidad o memorias no financieras, y aportar valor reputacional y confianza a los stakeholders más exigentes.
Su fortaleza reside en la simplicidad de su estructura y en la solidez de sus indicadores. Este enfoque facilita la participación, mejora la calidad de los datos recopilados y permite una evaluación más precisa de los avances logrados.
Además, permite vincular los avances en igualdad con los resultados de negocio. La plataforma permite observar, por ejemplo, cómo mejoras en la representación de mujeres en comités de innovación se correlacionan con un mayor volumen de patentes registradas; o cómo una mayor percepción de inclusión se asocia con reducciones significativas en la rotación voluntaria, con el consecuente ahorro en costes de selección y formación.
Asimismo, la medición periódica a lo largo del tiempo permite realizar un seguimiento del impacto de las políticas aplicadas, ajustar la estrategia y priorizar acciones con mayor retorno. De esta forma, la igualdad de oportunidades deja de ser una aspiración abstracta para convertirse en un proceso de mejora continua, basado en evidencia y orientado a resultados.
Para analistas financieros e inversores, contar con información objetiva sobre el retorno de las políticas de igualdad es clave en la evaluación del riesgo no financiero y en la integración de factores ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) en sus modelos de análisis. Utilizando herramientas, las empresas no solo avanzan hacia una cultura más inclusiva, sino que también se posicionan mejor en los mercados que premian la transparencia, la sostenibilidad y la resiliencia organizacional.
Medir el retorno de las políticas de igualdad de oportunidades no es solo una cuestión de coherencia o reputación. Es una necesidad para alinear la gestión del talento con los objetivos estratégicos, mejorar la competitividad y responder a las demandas de una sociedad cada vez más exigente, porque la igualdad no es un coste, sino una inversión inteligente en el éxito del futuro.
Autora: Mirian Izquierdo, Presidenta de la Fundación Woman Forward, CEO de Comerciando Global, Chair de Vistage, conferenciante, escritora, coach ejecutiva y miembro de varios consejos asesores.